Desde que se entra por la calle Del Tubo-Ferrocarril, en la Colonia Urías, una carpa de color blanco sobresalía del número 127, ahí se encontraba el cuerpo de Paula María, la niña de 10 años que pesaba 10 kilos y que no se cansó luchar por su vida, pero sucumbió en las instalaciones del Hospital General y en donde se hizo lo posible para que continuara su vida, pero su estado físico no soportó el daño irreversible que ya le habían causado la pobreza y la ignorancia durante una década.
Por Fernanda Magallanes
Ciudad de México, 12 de septiembre (SinEmbargo/Noroeste).- Ahora estaba en casa de sus abuelos, descansando, con los ojos cerrados, parecía estar dormida y así pasó las últimas horas con su familia.
La risa de los menores que llegaban a la casa aligeró el momento de la despedida, la familia se encontraba ahí, acompañando a la menor de 10 años.
Mostraron un rostro de pérdida absoluta, Paula María ya no estaría más entre ellos, en su hogar, acompañando a su padre y hermanos.
Todos entraban y salían de aquella casa color verde con profunda melancolía , el papá, los hermanos, los abuelos y hasta los tíos, mientras que algunos vecinos observaban a lo lejos el duelo que albergaba la familia.
Cada familiar acompañó a Paula María con el afecto que merecía, mostrando la fortaleza que la niña demostró hasta el último aliento de su vida.
La menor de 10 años permaneció una semana en las instalaciones médicas, recibió la atención de médicos y enfermeras que la atendieron todo el tiempo posible.
El caso de Paula María se hizo viral en las redes sociales, los mazatlecos levantaron la mano y donaron lo posible para la menor y su familia, compartieron su historia en redes sociales, cuestionaron al gobierno por las situaciones en las que el puerto se encuentra, hizo historia.
Y la noticia de su fallecimiento conmocionó a Mazatlán y a los ciudadanos de otras latitudes. En redes sociales, decenas de personas enviaron condolencias a la familia, pero también cuestionaban la falta de contundencia en los apoyos de las autoridades.
Mientras estuvo internada, de sábado a sábado, recibió los mejores cuidados que un paciente en condiciones de extrema salud pueda gozar.
El paro cardiaco que sufrió de madrugada, sólo terminó la agonía que lentamente consumaban esos dos “Jinetes del Apocalipsis”, la pobreza y la ignorancia.
Desde que nació, lo tuvo todo en contra. La mamá murió durante su alumbramiento, y desde ese momento la miseria fue la cuna que jamás se apartó de su vida.
Su cuerpo ahora descansa en el panteón ubicado en Rincón de Urías, Paula María ya se encuentra con su mamá.